Una escapada romántica a Granada que duró mil y una noches

By Angelica - 18 enero

Con muchas anécdotas que contar luego de cuarenta y dos días en España, decidí empezar el año escribiendo sobre Granada.  Fue la segunda ciudad que conocí en mi viaje, después de Málaga y quizás la más memorable de toda la travesía.


Alquilamos un auto en Málaga y recorrimos unos 130 Km por la A-92 hasta llegar a Granada. Llegamos casi al medio día, Emil había reservado con puntos Marriott en el AC Palacio de Santa Paula, un majestuoso hotel cinco estrellas ubicado en pleno histórico, construido en las bases del antiguo convento de Santa Paula que existía en el siglo XVI y la Casa Morisca del siglo XII.  De hecho, aún conserva parte de su estructura original, como el restaurante "El Claustro" ubicado en el antiguo refectorio del Convento y su escalofriante patio con lápidas de religiosas que fenecieron a partir del año 1593.

El patio del Hotel AC Palacio de Santa Paula
Luego de dejar la maleta en el hotel, emprendimos nuestro recorrido a pie por la ciudad.  Sin duda, la mejor manera de conocer Granada y cualquier ciudad de Andalucía.

Emil había comprado con anticipación entradas en línea para la visita nocturna a los Palacios Nazaríes de La Alhambra, así que decidimos explorar el centro.  En los alrededores de la Catedral, fui víctima de una gitana que sin pedir permiso tomó mis manos y comenzó a "leerlas" mientras me miraba fijamente con sus ojos negros como la niebla.  La "bendición" me costó 5 Euros por cada mano, seguido de un "sé que tienes el billete" con un tono torvo.  Como "de que vuelan, vuelan", preferí perder 10 Euros a ganarme una maldición gitana de por vida.

Luego de ese episodio avinagrado, continuamos caminando en búsqueda de un sitio para almorzar.  Nos llamó la atención el Mesón Botafumeiro, ya que parecía repleto de gente y se veía moderno.  La carta resultó ser gallega y de la "cociña galega" sólo conozco el pulpo a la gallega (a Emil no le gusta) y la empanada gallega (preguntamos y no había)... Así que no teníamos idea de qué pedir.  Yo sugerí unas croquetas y Emil escogió al azar un plato de gulas y camarones.  El mesonero no supo explicar qué eran las gulas, entendimos que eran tiritas de pescado... minutos después lo averiguaríamos.

Tapa en Mesón Botafumeiro
De inmediato nos sirvieron una tapa de arroz, no estuvo mal.  La atención sinceramente fue muy rápida.  Cuando trajeron las gulas fue una ingrata sorpresa para los dos.  A mi no me provocó probarlas por su aspecto y Emil terminó comiéndose los camarones.  Las croquetas también nos decepcionaron, eran muy grotescas y el sabor no era lo que esperábamos.  Para lo que realmente comimos, lo que justificó la cuenta fue la botella de vino tinto que pedimos.


Croquetas en Mesón Botafumeiro

Gulas y camarones en Mesón Botafumeiro
Dos experiencias no tan satisfactorias para comenzar nuestra estancia en Granada... Sin duda, el día tenía que mejorar.

Continuamos andando a la par del apacible Río Darro, pasamos por Plaza Nueva, conocimos la pintoresca Acera del Darro, con sus puentes de ladrillos y cantería hasta llegar al Paseo de los Tristes que a pesar de ser un sendero muy romántico debe su nombre al antiguo paso de los cortejos fúnebres camino al cementerio.

La Acera del Darro
Paseo de los Tristes
Seguimos nuestro recorrido por la Cuesta del Chapiz, hicimos una parada en los jardines del Palacio de los Cordovas y continuamos hasta el Mirador de San Nicolás, un parador muy bonito, con buena vibra, artesanos, músicos y una panorámica privilegiada de La Alhambra.  Subimos al campanario de la Iglesia San Nicolás, construida en el año 1525.  Entramos a la Mezquita mayor, tomamos un par de fotos y de regreso nos detuvimos en una tetería llamada Tajine Elvira.  Fue la primera vez que probamos el té moruno, que no es más que té verde con hierbabuena y bastante azúcar.  El mejor té que he probado hasta ahora.

Palacio de los Cordovas
El campanario de San Nicolás
Vista de la Alhambra desde el Campanario

Té Moruno
Recorrimos nuevamente la Acera del Darro, esta vez con paraguas en mano ya que comenzó a llover para que nuestro paseo fuese aún más romántico e inolvidable, atravesamos las callejuelas resbaladizas del Albaicín entre teterías, especias, lámparas de colores y gastronomía marroquí y finalmente llegamos a nuestro hotel para alistarnos rápidamente y tomar un taxi que nos llevara a La Alhambra.

Aunque teníamos el auto alquilado, en el hotel nos recomendaron tomar un taxi y evitar unos 200 Euros de multa ya que en Granada hay calles que son exclusivas para residentes.  Seguimos el consejo y llegamos justo a tiempo para canjear las entradas y conocer el monumento más visitado de España.  De hecho las estadísticas indican que La Alhambra superó su propio récord de visitantes con 2,4 millones de personas en el 2014.

Cada entrada costó 9,4 Euros y la visita sólo contemplaba los Palacios Nazaríes.  El otro itinerario nocturno es simultáneo y está enfocado en los Jardines y Palacio de Generalife.

Mi primera impresión fue un poco de desorganización, ya que la cola era súper larga y logramos entrar después de la hora estipulada.  Tampoco vi folletos o información disponible sobre la visita.  De cualquier modo, lo mejor estaba a punto de suceder.

Palacios Nazaríes
Palacios Nazaríes
La Alhambra fue aposento real, ciudadela y fortaleza.  Es un impresionante conjunto amurallado, encumbrado en lo más alto del cerro de La Sabika, con el Río Darro a su pie y con una interesante historia que data del siglo IX.  Esta ciudad palatina andalusí fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en el año 1984, con sus patios que murmuran leyendas, paredes y techos tallados en mármol, ostentosos mosaicos y azulejos, poemas que se empeñan en la creación del paraíso en la tierra y "cuyas aguas, en forma de perlas, corren sobre un inmenso hielo primorosamente labrado".

Vista de la ciudad desde La Alhambra
Patio de los leones
Seducida por la magia de las mil y una noches, intenté capturar una foto del Palacio de Comares sin flash y sin trípode, mientras Emil se arrodillaba detrás de mi y en un abrir y cerrar de ojos me mostraba entre sus manos temblorosas un precioso brillante seguido de la pregunta "¿quieres casarte conmigo?".  Se detuvo el tiempo y aún me estremezco cuando pienso en ese instante.  Luego de un "sí" contundente, continuamos el recorrido con una sonrisa que no nos cabía en el rostro, fulgor en los ojos y una felicidad infinita.

La foto previa al compromiso

El anillo
A eso de las 9:30 pm, tomamos un taxi hasta Sacromonte donde nos esperaba una cena a la carta con espectáculo flamenco en Los Jardines de Zoraya.

Tapas en Jardines de Zoraya

Salmorejo en Jardines de Zoraya

Tabla de Ibéricos en Jardines de Zoraya
Nos dieron una tapa de cortesía, pedimos sangría por la casa, de primer plato yo pedí un salmorejo y Emil una tabla de ibéricos y quesos de Granada con vegetales crocantes, mi segundo plato fue la Carrillera de ternera al Vermouth con cous cous meloso y calabaza y el de Emil la Presa ibérica de bellota a la parrilla.  No quedó espacio para el postre.

Ternera en Jardines de Zoraya

Presa ibérica en Jardines de Zoraya
El espectáculo muy bien montado y aunque no sé si tuvo "solera y duende", al menos estuvo entretenido y lo disfrutamos mucho.

Jardines de Zoraya

Jardines de Zoraya
Salimos del restaurante medio "zaratacos" y tomamos un taxi de vuelta al hotel.

Al día siguiente, después de desayunar y hacer check-out, decidimos sacarle provecho al carro alquilado y emprendimos nuestra aventura en carretera hacia la Sierra Nevada.  Emil y yo vimos nieve por primera vez, jugamos como niños entre trineos de colores y conocimos las pistas de esquí, subimos aún más y llegamos al santuario de Nuestra Señora de las Nieves, ubicada a 1380 metros sobre el nivel del mar.

Sierra Nevada
Estando allí nos comimos unas hamburguesas buenísimas en un quiosco de madera llamado "Hoya de la mora" y pagamos tan sólo 14,50 Euros incluyendo un chocolate caliente, una cerveza y un paquetico de oreos.

Nuestra Señora de las Nieves

Kioskos de madera

Hamburguesa en Hoyo de la Mora
Con la barriga llena y el corazón contento, regresamos a Málaga con la promesa de volver para ir de tapas a la Calle Navas, conocer las zambras del Sacromonte, visitar el Parque de las Ciencias, ver el Generalife de día y saborear un dulce beso en la Carrera del Darro.

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