Un día de sol en Chichiriviche

By Angelica - 05 diciembre

Ese viernes salimos de Caracas luego de almorzar, todo el camino fluyó a excepción del tramo "Viaducto de La Cabrera" donde perdimos más de 1 hora en cola.


Incluso me preocupaba la cola en El Palito y estuvo despejadísimo en sentido hacia Chichiriviche.

Al llegar a Tucacas, tomamos la nueva autopista y el trayecto me pareció interminable.  De hecho, al terminar la autopista hay que cruzar a mano derecha y tomar una carretera de dos vías que tiene unos huecos enormes.  Definitivamente, no recomiendo viajar de noche.  La carretera no está en buen estado, no hay buen alumbrado público y el asfaltado está en muy malas condiciones.

Rodamos, rodamos, rodamos (era la primera vez que iba a Chichiriviche, no sabía que era tan "lejos" de Tucacas) y finalmente conseguimos un "peladero e' chivo".  A mano izquierda el tanque del dibujito que nos envío Patrizia y a lo lejos se veían las luces del pueblo.


Mapa por Kanosta
Definitivamente, la forma más fácil de llegar a Kanosta es buscar el malecón y regresarse a orilla de playa hasta el final.  Sin embargo, nunca supimos dónde estaba el malecón y decidimos regresarnos al "peladero e' chivo".  El punto de referencia era cruzar en "Islas del Sol" y buscar la playa.  La carretera dejó de ser de asfalto, las callecitas cada vez más pequeñas y las ganas de terminar de llegar cada vez más grandes.

Afortunadamente, nos encontramos a mitad de camino a unas personas en un puestico de chucherías y aprovechamos de preguntar dónde quedaba Kanosta.  Una de las señoras, súper amable por cierto, recordó el nombre de la dueña: "¿será dónde Patrizia? y seguidamente afirmó: "si, si, donde trabaja la chiquitica aquella".  Nos indicó que debíamos seguir derecho luego cruzar a la izquierda en Vallecito Tours y de frente al mar encontraríamos nuestro destino.

Así fue, Kanosta estaba ubicada del otro lado de la calle frente al Mar.  Luego de llamar un par de veces y tocar unos minutos la corneta... nos abrieron la puerta.


Foto por Brida
Foto por Brida
Era tal cual en las fotos, rústica, limpiecita, impecable en cada detalle, colorida, era lo que esperábamos.  Llegamos tipo 6 y media.  Teníamos casi 1 hora para descansar, antes de tomar la cena.

La habitación me fascinó, decorada con buen gusto.  Una hermosísima pared de piedras, la peinadora, las ventanas, simplemente espectacular.  La jarrita con agua fría y un par de vasos, ¿qué más podía pedir?.  El baño súper amplio para ser posada, con una mata colgando del techo que me encantó.  Cada detalle en madera, el espejo salpicado con pintura azul clara, las toallas súper coloridas colgando en un palo, la mesita con la mini gaveta.  Soy fanática de ese tipo de posadas.

Llegó la hora de la cena, el preámbulo fue... el controversial carácter de Patrizia.  Ciertamente, la única crítica negativa que vimos en TripAdvisor y Valentina Quintero era PATRIZIA.  Jajajaja.  Muchas personas se quejaban de su carácter, "irrespetuosidad" y falta de tacto para decir las cosas.  A lo que Patrizia comentó antes de servir la cena "¿critican mi posada? no, ¿critican mi comida? no, ¿me critican a mi? QUÉ ME IMPORTA!!".  Jeje, literalmente un personaje.  Pero nada... no hay que tomarse las cosas a personal.  Es una señora italiana terca y fastidiosa, eso no significa que sea una mala persona.

Foto por Brida
En plena terraza, debajo de un cocotero, con la luz amarilla de una velita y la brisa de Mar acariciando nuestros sentidos, degustamos como entrada una brusqueta con peperonata y queso de cabra acompañada de la respectiva copa de vino tinto.  Seguidamente nos trajeron una cestica con pancitos y más atrás Patrizia comentó "No se los vayan a comer"... literalmente, ni los probamos :S ¿se supone que nos diría cuál era el momento para comerlos? no lo se.  Poco después sirvió una especie de pasticho súper cremoso cubierto con una salsita de albahacas... divino.

Foto por Brida
En minutos nos trajeron unas jugosas ruedas de lomito termino medio al ajonjolí.  Supe que estaban buenísimas cuando vi la cara de inmensa felicidad de Emil mientras saboreaba cada bocado.  Esa expresión tan placentera, me recordó la cara que puso cuando nos comimos aquel célebre lomito con cangrejo natural en Horned Dorset (http://www.horneddorset.com/home.html).  

De postre, un delicioso pie de limón y... buenas noches.


Foto pot Brida
Al día siguiente, nos despertamos temprano y nos alistamos para desayunar.  Una de las cosas que más valoro en una posada es que ofrezca un desayuno de calidad.  Y esta definitivamente cumplió con mis expectativas.  Carne mechada, tortilla de huevos, tajadas, caraotas negras, nata, queso, jugo, arepitas con ajonjolí.  Todo estuvo exquisito.  ¿Qué mejoraría? las arepas.  Eran de "Tosty Arepa", pienso que no tiene la misma presencia que una arepa asada en budare.  El toque original fue el ajonjolí.  Patrizia nos echó el cuento de que compró mucho ajonjolí y aunque es costoso, se vence pronto y tenía que salir de él.  Así que comimos ajonjolí hasta en las arepas!!

Patrizia decidió que iríamos a Cayo Borracho y cuando Emil le preguntó si no había problemas (ya que supuestamente ese Cayo está protegido por Inparques), Patrizia respondió "Tu cállate que aquí mando yo".  Jajajajaja, toma tu tomate.

Nos preparó unas hamburguesas deliciosas, una cavita con hielo, bebidas, la sombrilla y las sillas y nos cuadró la lancha.  Todo eso con un costo adicional.  Basada en mi experiencia en Los Roques... pienso que ese servicio está sujeto a mejoras.  Faltaron las galletas oreo y la ensaladita de frutas :(


Foto por Brida
El día estuvo espectacular, el sol radiante, el agua cristalina, la arena calientita y gozamos de una inmensa tranquilidad porque en efecto, había muy pocos turistas.

Pasé casi todo el día metida en el agua, como buena pisciana que soy... amo el Mar!! Caminamos, tomamos foticos, nos relajamos y disfrutamos de Cayo Borracho en su plenitud.

Caída la tarde, nuestra lancha volvió por nosotros.  Sólo pensaba en la cena, había quedado "fallo" con el almuerzo.

Esta vez nos cambiaron el vinito por un mojito "hecho en casa" que estaba poderoso.  Nos sirvieron unas mini lumpias de entradita, una pasta a la parmesana, pescadito a la sal y pimienta y para mi lo mejor de la noche fue la ensalada... un mezclum de lechugas, alfalfa y cangrejo.  Deliciosa.  El postre, una panacota de chocolate.  Muy rica.


Foto por Brida
Foto por Brida
Esa noche decidimos pedir un par de mojitos adicionales por nuestra cuenta y echarnos un rato en el mueble, a conversar... contemplando el vaivén del columpio, disfrutando la serenidad de la playa y la musiquita de fondo que nos tenía en modo relax.

A media noche... oh sorpresa.  Comenzó a llover.  El amanecer del domingo estaba gris, las palmeras batiéndose de un lado a otro.  Supimos que no era un buen día para ir a la playa.  De paso que el paseo que nos ofrecieron costaba 1500 Bs por hacer la ruta de la Virgen e ir a Cayo Peraza.  Decidimos ahorrarnos ese dinerito, el susto de viajar en un peñero con el mar picado y la lluvia sobre nosotros (en mi caso, sin saber nadar) y alguito de cola para el regreso a Caracas.
Foto por Brida

Desayunamos, esta vez una versión ligera del desayuno anterior.  Pancitos, omelette, mermeladitas caseras y juguito.  Insisto... deberían dejar la jarra con jugo sobre la mesa.  Un vaso (y de los pequeños) no es suficiente.

Satisfecha con mi bronceado divino (gracias al bronceador Banana Boat que me compré en Puerto Rico), recogimos nuestros macundales y emprendimos nuestro camino de regreso a casa.

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